El aumento de la pobreza es una de las profundas heridas que ha dejado la larga crisis en la sociedad española. Casi tres de cada diez españoles, el 28,6% de los ciudadanos, se encuentra en riesgo de exclusión social, sin apenas recursos con los que pagar las necesidades básicas, según la encuesta de condiciones de vida publicada ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE). La frialdad de los datos permiten trazar un perfil general sobre los que tienen más riesgo de caer en la pobreza: extranjero, con estudios secundarios básicos, sin empleo y sin pareja pero con un hijo y que viva en Andalucía.
Las graves secuelas de la crisis financiera siguen siendo palpables. Aunque las variables macroeconómicas mejoran trimestre a trimestre, las condiciones de vida de los ciudadanos evolucionan a un ritmo mucho más lento. Dos años después de la salida oficial de la recesión, el 28,6% de los ciudadanos está en situación de riesgo de pobreza o de exclusión social, según la metodología AROPE (del inglés, at risk of poverty or social exclusion), que tiene en cuenta tres variables: la población en riesgo de probreza (calculado con el método Eurostat, que mide la población que gana un 60% menos de la mediana), la situación laboral de los hogares, y los índices de carencia material severa. Los datos ofrecidos por estos tres indicadores en 2015 muestran una evolución favorable respecto al año anterior. En 2014 la tasa de pobreza y exclusión social alcanzó el 29,2%, el máximo de la serie histórica. Aunque casi todos los datos son algo mejores, la situación sigue siendo dramática para muchas familias.
“La reducción global de la tasa de exclusión social se produce de forma común en sus tres componentes. Así, el riesgo de pobreza pasa del 22,2% al 22,1%; la carencia material severa, del 7,1% al 6,4% y la baja intensidad en el empleo se reduce del 17,1% al 15,4%”, señala el documento del INE.